MALOS HÁBITOS Y MALOS EJERCICIOS
Queda demostrado actualmente que algunos de los
ejercicios que hemos practicado y practicamos comúnmente aumentan el riesgo de
lesión en nuestra espada a medio-largo plazo.
Mantener nuestra espalda sana es importante y para
ello debemos tener presente que algunos ejercicios antes considerados
adecuados, son actualmente desaconsejados. No menos importante es tener en
cuenta que el no sentir dolor al hacer un ejercicio no significa que sea
adecuado.
No debemos levantar un peso desde el suelo con la
fuerza de la espalda. De esta manera estamos sometiendo una gran presión a los
discos intervertebrales. Puede esto afectar a los nervios de la espina dorsal,
pudiendo deformar los mismos. Nos puede dar problemas de hernia discal o
lumbalgia. Para levantar pesos desde el suelo, siempre debemos flexionar las
rodillas manteniendo la espalda recta.
Ejercicios no aconsejados:
·
Arquear la espalda de
manera exagerada, como hacer el puente. Estamos comprimiendo los discos
intervertebrales y como consecuencia, podemos pinzar las fibras nerviosas.
·
Al mover el cuello
adelante y atrás de forma brusca o haciendo círculos, estamos sometiendo a las
vértebras cervicales y a los discos
intervertebrales a una excesiva presión. Tenemos muchos nervios en el cuello.
·
Agacharnos a tocar
las puntas de los pies con los dedos de las manos, puede no ser beneficioso, ya
que arquear más de 60 grados las espalda nos hace tensar en exceso los
ligamentos lumbares y podemos dañar el disco intervertebral.
·
Hacer un
movimiento con la espalda a más o menos
90 grados manteniendo los pies fijos en el suelo, girando a un lado y al otro,
estamos presionando nuevamente nuestros discos intervertebrales. Si estas
rotaciones, las hacemos con peso, podemos empeorar los resultados del
ejercicio. Debemos intentar no hacer rotaciones exageradas.
Debemos de tener en cuenta el seguir una serie de
precauciones en nuestras actividades físicas para tener una espalda sana. Máximo
cuidado en la flexión de nuestra espalda hacia adelante, al hacer flexión hacia
atrás, al rotar nuestro tronco y no realizar giros violentos con el cuello.
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